El pulido es una técnica que dominamos en todos los metales. Es un proceso largo que consta de una docena de pasos pero el resultado siempre es el mismo, un acabado perfectamente uniforme que refleja nítidamente el escenario que rodea a la pieza. Las obras pulidas a brillo pueden lacarse con un agente incoloro para lograr una mayor durabilidad del acabado en exteriores.